DÉFICIT
Déficit // El pudor que provoca el dinero tiene una explicación: hablamos de plata cuando falta o bien abunda de manera exagerada. Nunca -o poquísimas veces- preguntamos "cómo andan tus cuentas". Además, el dinero tiene ingredientes poco decorosos: ambición, envidia, placer, injusticia, traición. Y no me refiero al que se gana de manera ilegal (que, per se, debe esconderse o "lavarse"); sino al que recibes a cambio de tu trabajo. Cuando alguien habla de plata, olfateamos que "tiene problemas". Ahora, por ejemplo, Ruiz los tiene. Nunca pensé que me quejaría (lo pienso ahora, mientras escribo estas líneas). El asunto comenzó cuando decidí ser profesor del sistema público. Con meses en el cuerpo, advierto que no sólo "a los profes se les paga mal" (en la mayoría de los casos), sino también, y en otros casos más graves, "no se les paga". Me pasó. Y acá estoy. Quejándome con las manos atadas (dejar de trabajar es igual a alumnos sin clases). Sumando en mi currículum una desagradable experiencia. No soy el único y todos pierden. ¿Pueden creer que los estudiantes de mi colegio llevan tres meses sin profesor/a de inglés? La razón: déficit. Sí, viene la insoportable pregunta obvia: cómo cresta queremos mejor educación. De nuevo el olfato porque todo esto huele bien mal.
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